En buena parte de los deportes más populares, cuando se alcanza una cierta edad la condición física hace
que sus practicantes abandonen la afición, porque ya no se ven con las fuerzas necesarias
que requiere la disciplina o porque simplemente no hay carreras a partir de cierta categoría
de edad.

En nuestro deporte, los rallyes, las cosas van de otra forma. Quizás sí, por norma general,
no nos podemos poner al volante de un coche de carreras hasta los 18 años (aunque Gil Membrado
nos ha demostrado lo contrario) sin embargo, nos permite ser pilotos y copilotos con una experiencia
acumulada brutal. Como ejemplo, en la Challenge Intercomarcas, tenemos el equipo formado por
Josep Rial y Ernest Font que suman casi 160 años de pasión por el motor dentro de su Volskwagen
Corrado.

Unos comienzan de muy jóvenes, otros no pueden permitírselo hasta más adelante, algunos
quizás treinta años después de colgar el casco de velocidad recuperan el coche de carreras y salen
con él a intentar no sumar décimas haciendo regularidad, otras… Cada piloto y copiloto tiene la suya
historia particular pero todos sufrimos del mismo mal,
esta irrefrenable pasión por la herramienta que pilotemos y no sé qué nos aporta la velocidad.

En este II Clásico Llinars, hacemos un pequeño homenaje a dos de estos incondicionales amantes del
motor que ya no están entre nosotros, poniendo su nombre a dos de los tramos del rally.

Uno llevará el de Ramon Arqués, destacado piloto de rallyes y montaña con Simca 1000 durante los años 70/80 y
reenganchado a la regularidad tanto en carretera como en circuito más allá del 2010 y otro el de
Ricardo Oto, muy buen mecánico que empezó esporádicamente a realizar carreras de clásicos en los años
90 con un Seat 124 Sport siguiendo toda la Challenge en 2011 con un Ford Capri.